¿Te cuento un cuento? Actividades para aprender

Durante mi infancia, una de las actividades que más disfrutaba era la de escuchar que alguien (papá, mamá o la abuela) me leyera una historia. Algunas las pedí una y otra vez, pero siempre volvía a transitar palabra, recorrer cada escena con la misma emoción.
La lectura es una actividad cultural. Necesitamos que nos enseñen a leer, que nos introduzcan en el mundo de los libros, su estructura, su ritmo, sus intenciones. Y a partir de esta actividad es que vamos desarrollando pensamiento: construimos imágenes mentales, asociamos ideas, incorporamos conceptos y significados, aprendemos. Durante la pandemia, la enseñanza de la lectura y la escritura en los más pequeños se vio afectada. La UNESCO advierte que más de 100 millones de niños se encuentran por debajo del nivel mínimo de comprensión lectora. Y esto tendrá consecuencias en sus aprendizajes posteriores. Por eso, ahora más que en otros momentos, fomentar el hábito de la lectura es fundamental aún cuando no sean los niños por sí mismos los que lean. Leer con ellos despierta su curiosidad, fortalece la concentración y promueve habilidades comunicativas (expansión de vocabulario, estructuras gramaticales, estrategias para expresarse en distintos contextos eficazmente) y permite experimentar diversas emociones. Sin dudas, acercar a los más pequeños a la lectura es clave para su desarrollo cognitivo y para sus futuros aprendizajes. Pero, ¿cómo hacerlo?

1- Invitarlos a escuchar una historia con alguna pregunta que despierte su curiosidad. Plantear la actividad como un espacio lúdico, donde sea el niño el que elija qué historia quiere escuchar; en el que haya espacios para la interacción, la expresión de hipótesis u opiniones acerca de los personajes o anticiparnos a lo que sucederá a medida que se desarrolla la trama.
2- Elegir un espacio que sea confortable y donde no haya otros distractores, como por ejemplo, pantallas si la lectura es de un libro. Esto contribuirá a que el niño ejercite la concentración.
3- Establecer una rutina, una actividad que sea esperada por el niño.
4- Ayudarlos a hacerse preguntas durante la lectura y después también, del tipo: ¿qué hubiera pasado si…? Esto activa el sistema de inferencias y les permite construir comprensión. Además, podemos ayudarlos a desarrollar pensamiento creativo al proponerles expandir la historia, crear otras historias posibles, dibujarlas, cantarlas.
5- Armarles su propia biblioteca, para que ellos puedan volver a mirar los relatos, sus ilustraciones, las letras y palabras. Que puedan interactuar con los libros y recorrerlos por su cuenta.
La comprensión de lectora requiere la participación de procesos psicológicos clave para el lenguaje y para el desarrollo del pensamiento. Dedicarle unos minutos al día a esta labor aportará grandes beneficios a nuestros niños que van mucho más allá de pasar un momento divertido. Y es una buena oportunidad para dedicarles tiempo de calidad con ellos.