La columna del domingo

El aprendizaje no tiene recreo

 

Aprender es construir conocimiento a partir del estudio, el ejercicio o la experiencia. Eso dice el diccionario de la Real Academia Española. Y esta construcción, que depende de una  multiplicidad de factores: el interés, la atención, la motivación, las emociones, los afectos, es un proceso personal, individual y constante. Constante. Y ocurre en todas partes. Todo el tiempo. Es lo que Burbules llama aprendizaje ubicuo. Y, como él mismo señala en la entrevista que le hicimos en julio de 2020: todo el tiempo estamos aprendiendo, ser es aprender. Por lo tanto, ¿de qué hablamos cuando decimos que los chicos no están aprendiendo durante la pandemia? ¿Qué necesitarían estar aprendiendo?

La escuela es la institución a la que le hemos encomendado la enseñanza académica, y donde se produce parte del desarrollo socioemocional y el autoconocimiento de niños y adolescentes. Es ese maravilloso espacio en el que se interactúa con otros y se adquieren muchas de las pautas sociales, morales, y en algunos casos también, religiosas que son fundantes para nuestras vidas y nos encauzan para poder valernos luego en el “mundo exterior”. En este sentido, la escuela es un espacio inigualable e irremplazable, porque somos seres sociales y necesitamos aprender de otros y con otros. Pero no es el único lugar donde se aprende. El aprendizaje no se detiene, no tiene recreo. Es decir, más allá de la presencialidad o la virtualidad; más allá de los contenidos que hayamos podido presentarles a nuestros estudiantes; incluso más allá de que hayan podido estar conectados a la escuela o no, los chicos siguieron aprendiendo durante la pandemia.

Aprender es construir conocimiento a partir del estudio, el ejercicio o la experiencia. Eso  dice el Diccionario de la Real Academia Española. Este es un proceso constante y ocurre en todas partes. Todo el tiempo. Es lo que Burbules llama aprendizaje ubicuo. Y, como él mismo señala en la entrevista que le hicimos en julio de 2020: todo el tiempo estamos aprendiendo, ser es aprender.  Obsesionados por lo que no hemos podido enseñar o por lo que se ha perdido, muchas veces perdemos de vista la posibilidad de analizar los aprendizajes que sí ocurrieron. Aprendizajes que serán esenciales para la conformación de la personalidad de nuestros niños y adolescentes, para el desarrollo de su autoestima, para la activación de su pensamiento (crítico, creativo, flexible), para la resolución de problemas a lo largo de sus propias vidas. Sin dudas, aprendieron de nuestras reacciones, de nuestras decisiones, de nuestras templanzas o debilidades, de nuestros miedos, de nuestras contradicciones. Y estos aprendizajes tendrán consecuencias en el modo en que ellos encaren la resolución de otros problemas o situaciones en el futuro. De modo que estos puntos deben ocuparnos y preocuparnos. Y la escuela vuelve a ser el espacio donde podemos promover estos aprendizajes: la educación emocional, el desarrollo de distintos tipos de pensamiento y el despertar del espíritu emprendedor, ejes clave para los ciudadanos de este siglo.

El aprendizaje está presente en todas partes, todo el tiempo. Es ubicuo. No tiene recreo. ¿Qué aprendizajes están construyendo hoy nuestros niños y jóvenes? Y lo que es más urgente evaluar, ¿de qué manera estos aprendizajes los ayudarán a entender y decidir en este mundo cambiante y de fuertes incertidumbres?

2 pensamientos en “La columna del domingo

  1. Silvia Responder

    Muy bueno, Silvana…Burbulles fue de los primeros en rescatar el celular como herramienta educativa, cuando en todas partes se lo denostaba, se los retiraba de las aulas, alla por el 2011.Un abrazo

    • juandi Responder

      Así es. Por esa misma razón, es bueno tomar en cuenta su punto de vista sobre cómo mejorar nuestras prácticas. Gracias, Silvia. Un abrazo

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