Esta segunda etapa del año comienza con pocas definiciones respecto de si volveremos o no a las aulas. Pero es tiempo de afianzar la experiencia adquirida en los primeros meses y de empezar a definir algunas cuestiones que nos permitan planificar el trabajo de cara al futuro.
Si bien en un primer momento nuestra mirada estuvo principalmente puesta en la tecnología, en la conectividad, en las competencias digitales, en la seguridad en internet, en este nuevo período el foco estará puesto, principalmente, en redefinir los roles y, para esto, es fundamental pensar en las prácticas.
No estar físicamente cerca de nuestros estudiantes nos invita a optimizar al máximo el encuentro que tengamos con ellos. Y a resignificar los nuevos espacios donde se produzca este encuentros: sincrónico en una videollamada; asincrónico en entornos virtuales, plataformas, muros.
Otro punto esencial es pensar que los materiales y las consignas de trabajo que les propongamos tienen que tener la suficiente autonomía como para conversar con nuestros alumnos, guiarlos en la presentación de propuestas, despertar en ellos curiosidad e invitarlos a hacer. Es importante colaborar para que los niños y adolescentes ocupen su lugar de protagonistas de su aprendizaje. Ayudarlos a desarrollar herramientas de autogestión de tiempos, motivarlos para que se hagan preguntas, investiguen, trabajen en equipo. Trabajar por proyectos es, en este contexto, una gran oportunidad.
Todo esto nos posiciona en otro lugar como docentes. No ya en el lugar del que puede controlar todo el proceso sino más bien en el lugar del que propone, guía, provoca, acompaña, invita.
Para repensarnos en este nuevo contexto, es importante capacitarnos. Poner en marcha modelos como el de aula invertida y el aprender por proyectos son clave en este momento para plantear propuestas significativas para nuestros estudiantes.
Los invitamos a nuestros talleres de agosto para profundizar en estas temáticas y analizar en detalle cómo ponerlas en marcha.
Informes e inscripción, aquí.