Uso y abuso de las pantallas en tiempo de pandemia

Pediatras y psicólogos llevan décadas recomendando a los padres controlar la exposición a las pantallas de niños y adolescentes. Hasta este año, gran parte del día, los niños estaban en la escuela donde, por lo general, el uso de pantallas era acotado, de modo que hasta era más reducido el tiempo que tenían para estar con sus PC, Tablet o celular.

Como al llegar la pandemia, el contacto docentes- alumnos requirió de algún tipo de dispositivo,el aumento de uso de pantallas se incrementó exponencialmente con el fin de dar continuidad al ciclo y, al mismo tiempo, el control de uso por parte de los padres se relajó, entendiendo que en estas circunstancias, el uso excesivo era necesario.

Sin embargo, es bueno revisar cuáles son los efectos que producen muchas horas de uso de pantalla en el cerebro de nuestros niños. Principalmente, los fuertes estímulos permanentes a los que se ven sometidos los niños en los entornos digitales (exceso de imágenes, sonidos, demandas diversas, simultaneidad de tareas -en los casos en los que se usan varias pantallas a la vez- provocan déficits de concentración, síntomas de hiperactividad y facilitan la aparición de adicciones. Cuando los niños entran en el mundo de las pantallas, reducen su comunicación verbal y se resiente el desarrollo del lenguaje. Esto sin mencionar de qué modo el abuso de las pantallas ha alterado el sueño de niños y jóvenes. Dormir es una necesidad vital que si se altera provoca grandes trastornos cognitivos y emocionales. Del descanso depende la atención, el desarrollo cerebral, el control emocional e inmunitario.

Por lo tanto, y lejos de demonizar la tecnología, lo importante será equilibrar su uso comenzando por preguntarnos cuántas horas realmente necesita un niño estar conectado para seguir aprendiendo. Las familias demandan a las escuelas en términos cuantitativos y las escuelas incrementan la cantidad de horas de videollamadas, el número de videotutoriales, de actividades en entornos virtuales. ¿Más es mejor? En este caso, sinceramente no. Cuantas más horas el niño pase frente a la pantalla, menos tiempo tendrá para poner “manos en la masa” y hacer activamente algo que provoque aprendizaje. O, peor aún, tendrá menos tiempo para descansar, jugar o simplemente, aburrirse un rato.

Desde el punto de vista docente, repensar las prácticas desde otros modelos, tales como el aula invertida y el aprendizaje basado en proyectos, nos asegura impulsar al estudiante a la acción y aprovechar recursos digitales (encuentros sincrónicos, uso de plataformas, videos) no desde un lugar pasivo sino llamados a la acción.

Los invitamos a pensar estos modelos de enseñanza. Próximo jueves 20 de agosto, 18 hs: ¿Cómo y por qué trabajar por proyectos en este nuevo escenario?

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