Vivimos rodeados de pantallas. Desde edades tempranas, niñas y niños interactúan con dispositivos digitales que transforman profundamente la manera en que se relacionan con el mundo, con el lenguaje y con el conocimiento. En este contexto, alfabetizar ya no puede ser entendido como un proceso neutral o idéntico al de otras épocas. Alfabetizar en tiempos de pantallas exige repensar nuestras prácticas, lenguajes, materiales y objetivos.
El entorno digital: un nuevo ecosistema cultural
Los chicos y chicas de hoy no solo aprenden a leer y escribir, sino que lo hacen inmersos en un ecosistema saturado de estímulos visuales, hipertextualidad, imágenes en movimiento, notificaciones y multitarea. Este entorno configura nuevas formas de atención, nuevas maneras de narrar y de comprender. Por eso, enseñar a leer y escribir hoy implica ayudar a construir sentidos en un mundo fragmentado y veloz, donde el acceso a la información es inmediato pero la comprensión profunda requiere mediación, tiempo y guía.
La alfabetización sigue siendo un acto profundamente humano
Aunque las tecnologías cambien, el aprendizaje de la lectura y la escritura continúa siendo un proceso vinculado a la emoción, al juego, a la interacción y al deseo de comunicar. Es necesario preservar espacios de lectura compartida, conversación cara a cara y escritura significativa. La alfabetización no se desarrolla sin mediación. Los chicos aprenden con otros: con docentes que interpretan sus avances y que los ayudan a fortalecer su confianza; con adultos que los invitan a descubrir el placer de los libros a través del afecto y las emociones; con compañeros con quienes intercambian sentidos.
¿Qué debemos considerar para alfabetizar en esta época?
- Incorporar lo digital de manera crítica y creativa: Las pantallas no son enemigas, pero sí requieren un uso consciente. Podemos integrarlas como recursos para narrar, jugar con el lenguaje o explorar nuevos formatos textuales (como los cómics digitales, los audiolibros o los videos interactivos), siempre con la guía docente como mediadora.
- Fortalecer la oralidad y la escucha: En tiempos de mensajes breves y emojis, cultivar la expresión oral y la escucha atenta es fundamental. La lectura en voz alta, los cuentos compartidos y las conversaciones profundas abonan el terreno para una buena comprensión lectora.
- Desarrollar la comprensión en múltiples formatos: Leer ya no es solo decodificar letras. También es interpretar imágenes, sonidos, interfaces. Por eso, es clave ofrecer propuestas que trabajen la comprensión en textos multimodales.
- Fomentar la atención sostenida y la lectura profunda: Frente al ritmo acelerado del scroll infinito, la escuela puede ofrecer un contrapunto: un tiempo pausado, de lectura continua, sin interrupciones, donde se valore el esfuerzo de comprender, de imaginar y de conectar ideas.
- Acompañar las emociones vinculadas al proceso de alfabetización: En tiempos de exposición constante y comparaciones inevitables, es importante cuidar la autoestima de quienes están aprendiendo. Celebrar cada avance, sostener con paciencia los intentos, y mantener siempre encendida la motivación por aprender.
Leer en tiempos de pantallas: un desafío, una oportunidad
Alfabetizar hoy no es más difícil ni más fácil que antes: es distinto. Requiere docentes atentos a los cambios culturales, con herramientas didácticas actualizadas, pero sobre todo, con la convicción de que leer y escribir sigue siendo una puerta de entrada al pensamiento, a la libertad y a la ciudadanía. En medio del ruido digital, la escuela puede ser el lugar donde los chicos descubran la potencia transformadora de las palabras. Para ello, es clave que los docentes cuenten con herramientas que les permita estimular el interés por la lectura, acompañar de manera personalizada y promover el desarrollo de habilidades para comprender a partir de la lectura y para expresar con claridad.